domingo, 9 de noviembre de 2014

VISONADOS DE OCTUBRE DE 2014: El mes de la segunda Bienvenida

¡Bienvenidos de nuevo al peor blog de la historia de Internet!



Octubre de un nuevo curso escolar. El mes de Halloween y el mes que uno ya ha conseguido ponerse las pilas para afrontar la rutina agotadora del día a día, pero aún así, queda tiempo para ir alguna que otra vez al cine (y más aún con el regreso de la tan cacareada por los medios “Fiesta del Cine”, ese recordatorio para el 80% de los españoles de que aún siguen existiendo esos establecimientos) y para ponerse alguna que otra cosilla en tu casa para pasar la noche. Y cómo no, a gallina vieja buen caldo, y lo que funciona una vez, funcionará siempre. Dicho y hecho, he aquí los primeros visionados mensuales de esta nueva temporada de A Serbian Blog. Disfruten si pueden de la experiencia.




Título: Coherence
Director: James Ward Byrkit
Año: 2013
Intérpretes: Emily Baldoni (Em), Maury Sterling (Kevin), Nicholas Brendon (Mike), Elizabeth Gracen (Beth), Alex Manugian (Amir), Lauren Maher (Laurie), Hugo Armstrong (Hugh), Lorena Scafaria (Lee)
Calificación (sobre 10): 5

Fiesta del cine. Entradas a 2,90 €. Colazas en las taquillas de cualquier cine. Decido no pringar cómo en anteriores ediciones y decido meterme a ver la película más serie B/ underground/ independiente que pueda encontrarme. Me encuentro con el cartel de Coherence en los cines Yelmo Ideal. Su carácter cómo película de género, independiente y en versión original me hacen pensar que ni el tato va a entrar en la sala. Sus buenas críticas en el festival de Sitges de 2013 me ayudan a terminar de decidirme y entro al cine…90 minutos después me he dado de bruces con la cruda realidad.
Un grupo de amigos se reúnen en casa de uno de ellos para una cenita y una noche de charla amistosa y jolgorio. Sin embargo, esa misma noche un cometa cruza el cielo terrestre, y extrañas cosas comienzan a pasar que alterarán el clima de paz y armonía dentro de la casa.
Una de esas películas de las que si te cuentan aunque sea un mínimo spoiler te la joden por completo, lo malo es que también es de esas películas que tendrían que verse con manual de instrucciones para enterarse bien de todo lo que ocurre (desde luego coherencia, en ciertos momentos, hay bien poca), especialmente cuando intentar explicar los misteriosos acontecimientos que ocurren introduciendo conceptos de física cuántica. Un comienzo interesante, un final adecuado, pero un absoluto coñazo en su tramo intermedio, en el que incluso llegan a haber momentos en que de verdad no sabes qué está ocurriendo.
Eso sí, ole los cojones del director por intentar lograr hacer un producto de ciencia ficción teniendo a mano poco más que una casa, un puñado de actorcillos desconocidos  y una caja con objetos cotidianos en su interior cómo ingredientes. Unas técnicas de dirección totalmente amateurs y la práctica ausencia de banda sonora completan un cuadro que puede que haya gustado a ciertas personas, pero a mí desde luego me parece totalmente fallido y, sobre todo, aburrido. Y mira que el tema que trata es interesante, pero a veces las cosas no salen cómo deberían. Y eso es todo lo que tengo que decir.





Título: Steins Gate (Shutainzu Geto)
Director (es): Hiroshi Hamasaki, Takuya Sato
Año: 2011
Producido por: White Fox
Intérpretes (Voces): Mamoru Miyano (Okabe Rintarou), Asami Imai (Makise Kurisu), Kana Hanazawa (Mayuri Mayushii), Halko Momio (Feyris Nyannyan), Yu Kobayashi (Urushibara Ruka), Tomokazu Seki (Itaru “Daru” Hashida), Yukari Tamura (Amane Suzuha), Saori Goto (Moeka Kiryu)
Calificación (sobre 10): 8

He aquí uno de esos animes cortitos considerados por otakus acérrimos y aficionados ocasionales al género como obra maestra instantánea y al que tarde o temprano me iba a tener que enfrentar, y la verdad, es que no he quedado decepcionado con la experiencia.
Un opening con un diseño y un tema musical con toques technos y futuristas nos da la bienvenida a una historia de ciencia ficción en estado puro de la que muchos abanderados del género deberían tomar nota. Un grupo de jóvenes “científicos” liderados por el excéntrico Okabe Rintarou crean por error, al unir en un mismo aparato un teléfono móvil y un microondas, una máquina del tiempo que les permite enviar mensajes de texto al pasado, una transgresión de las leyes de la física que les introducirá en contra de su voluntad en un mundo de misterio y conspiración que los arrastrara hacia la oscuridad más profunda.
Es una pena no poder desarrollar y profundizar en la trama en una reseña cómo estar sin tener que introducir spoilers que destrocen el visionado de Steins Gate a cualquiera que aún no lo haya disfrutado, pero desde luego, no se puede pasar por alto ciertos detalles de la misma que son dignos de alabar, sobre todo los concernientes a la forma que tiene de tratar con un tema tan caótico y complejo cómo son los viajes temporales, mostrándonos los principios de los mismo desde un principio de manera que, cuando estos adquieren verdadera importancia, hacia la mitad de la serie, más o menos, ya los veamos cómo algo natural. De todos modos, a pesar de que los viajes temporales y todos los conflictos que se derivan a raíz del descubrimiento de la máquina del tiempo son lo que nos mantienen enganchados al anime hasta la resolución final, este es en el fondo una obra que trata sobre el viaje instrospectivo de autodescubrimiento que irá elaborando a lo largo de la trama un hombre, Okabe Rintarou, protagonista indiscutible del anime y pilar central sobre el que pivotan el resto de personajes. Al margen de una trama compleja y que da el mismo peso al humor y al drama (sin llegar a ser excesivamente melodramática, uno de los detalles que más admiro de esta, pues es uno de los defectos de los que más peca el anime), Steins Gate cumple a rajatabla uno de los requisitos indispensables para que un anime no sólo te enganche sino asegure la simpatía del espectador: presentar un conjunto de personajes que cubran todos y cada uno de los arquetipos propios del género. Así tenemos al protagonista, heroico, honesto y un pelín excéntrico (Okabe Rintarou); el personaje al que le cuesta confiar en los demás, pero que encarna la voz de la razón (Makise Kurisu); el “nerd” de buen corazón (Daru); el personaje “moe” entrañable (Mayuri); el personaje “moe” pícaro (Feyris Nyan); el personaje asocial y misterioso (Moeka-san) y su contrapartida, el personaje divertido y misterioso (Amane Suzuha), y cómo no, el personaje extravagante, es decir, aquel qué se escapa a todos los convencionalismos (Urushibara Ruka). Si acaso se le podría reprochar es la ausencia de una figura villanesca destacable, hecho que, sin embargo, resulta idóneo para un anime cómo este en el que el supuesto enemigo es una organización malvada de la cual nunca llegamos a ver su “cabeza”, únicamente conocemos esbirros y, de hecho, cuando creemos que finalmente la trama nos está presentando al villano principal (cosa que ocurre repetidas veces a lo largo de la misma), nos encontramos con que no es más que otro eslabón más de una cadena cuyo final no vislumbraremos. Por otro lado, a pesar de que todos estos personajes responden a arquetipos, conforme vaya avanzando la trama y los viajes temporales vayan adquiriendo importancia iremos descubriendo el trasfondo detrás de cada uno de ellos y cómo nada es lo que parece y la forma de ser de todos y cada uno de estos personajes tiene una explicación, todo ello narrado a lo largo de 23 capítulos y una OVA de obligado visionario, ya que actúa cómo epílogo cerrando los escasos cabos sueltos que permanecen abiertos al finalizar los capítulos originales del anime. La moraleja de la historia es clara: una verdadera demostración de amor y amistad requiere sacrificios inevitables. Cómo detalle final, comentar dos aspectos del guión que llamaron poderosamente mi atención. El primero, el uso de la figura real del crononauta John Titor, individuo que pululaba por el internet primigenio de finales del siglo XX que afirmaba ser un viajero en el tiempo procedente del futuro y al cual se le atribuyen toda una serie de profecías, el cual juego un peso fundamental en la trama, y el segundo, el cómo el anime parece constantemente empeñado en introducir latiguillos, frases lapidarias y demás parafernalia lo suficientemente “molona” y llamativa cómo para que pasa a formar parte de la cultura popular de hoy día (por poner algunos ejemplos, la frase El Psy Congroo que el personaje de Okabe repite obsesivamente, el “Tuturuuu” de Mayushi, el “Nyan-Nyan” de Feyris, la risa malvada y la pose molona de científico malvado o esos términos inventados para nombrar los conceptos básicos de la trama, cómo el Reading Steiner o el Steins Gate que da nombre al anime).
En resúmen, si hay una forma de definir a Steins Gate  es que se trata de un anime sereno pero intenso. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que resulta ser un producto sin estridencias, no excesivamente vibrante, ni dramático, ni adrenalínico, porque que consigue calar hondo en el espectador gracias a un maravilloso conjunto de personajes y una trama que aúna perfectamente la ciencia ficción más compleja con una profundidad en las emociones y sentimientos de los personajes muy cercana al espectador. Definitivamente, y cómo dicen los angloparlantes, un “must-see” dentro del mundo del anime. Y eso puede asegurarlo hasta un neófito en este mundillo como yo.





Título: Perdida (Gone Girl)
Título en Serbia: Iscezla
Director: David Fincher
Año: 2014
Intérpretes: Rosamund Pike (Amy Dunne), Ben Affleck (Nick Dunne), Tyler Perry (Tanner Bolt), Carrie Coon (Margo Dunne), Neil Patrick Harris (Desi Collings), Kim Dickens (Detective Rhonda Money), Emily Ratajkowski (Andie)
Calificación (sobre 10): 8

Tremenda. Tremenda lección nos da David Fincher, aunque yo diría que aquí el mérito lo tiene realmente Gillian Flynn, autora del guión y creadora a su vez de la novela a partir de la cual se ha adaptado esta película, sobre cómo llevar un thriller de suspense durante dos horas y media y mantenerte con los huevos por corbata hasta el final. El señor Fincher ya había demostrado ser capaz de esto en el pasado cuando parió esa obra maestra llamada Seven, película que, por supuesto, no tiene nada que ver con esta, pero a la cual Perdida debe bastante, desde el mantenimiento del ritmo y la tensión hasta el malrollismo constante que supura durante todo el metraje.
Si en la primera teníamos a Brad Pitt y a Morgan Freeman investigando unos asesinatos en serie relacionados con los pecados capitales, aquí tenemos a un Ben Affleck que un buen día llega a casa para encontrarse con una sorpresa inesperada, su querida mujer Amy ha desaparecido. Pronto, todo el pueblo, suegros y hermana inclusive, se involucran al cien por cien en la búsqueda de la desaparecida, y con el paso de las horas, el asunto adquiere más y más relevancia en los medios de comunicación. Sin embargo, cuando, según pasa el tiempo, Amy continúa en paradero desconocido, la opinión pública comenzará a abandonar la idea de la desaparición para acariciar una teoría más siniestra, el asesinato. Así, el dedo acusador señalará inmediatamente al bueno de Nick, y las cosas, pronto se volverán más y más oscuras conforme el misterio vaya desvelándose capa a capa.
La verdad es que no puedo decir otra cosa salvo que Perdida ha sido toda una sorpresa para mí, pues es la primera película en mucho tiempo que me deja totalmente descolocado a la hora de elaborar una opinión sobre ella. No se que aspecto del guión destacar por encima del resto, si esos personajes elaborados con más oscuridades que claros, esa niebla perpetua de sospecha y desconfianza que rodea a todos y cada uno de estos personajes, ese feroz ataque a los medios de comunicación y cómo estos montan un espectáculo dantesco alrededor de las tragedias con el fin de entretener a las masas o ese giro de guión hacia la mitad de la cinta que nos deja ver la verdad por fin y que no resulta ser más que pura maldad y energía negativa, toda una patada en el estómago del espectador.
Tampoco se decir si Ben Affleck es un buen actor, uno malo o uno simplemente mediocre (seguiré mi primer impulso y diré que le he visto bastante decente aquí), lo que sí puedo decir es que se ha metido todos los anabolizantes del mundo, porque está de un mazado que llega a asustar (normal, por otro lado, para una persona que se está preparando para interpretar al Caballero Oscuro en Batman vs Superman, de próximo estreno). Lo que también puedo asegurar es que Rosamund Pike se lleva toda la gloria y las alabanzas por encima del resto de miembros del elenco actoral, pues no sólo compone un personaje femenino que pasará a los anales de la historia del cine, sino que es capaz de modular perfectamente sus gestos, voz y forma de moverse a través de todos los registros que el guión exige, logrando fascinar al espectador, atrapándolo cual araña en su tela en su juego interpretativo (más aún cuando empezamos a saber más de allá tanto a través de flashbacks como a través de los acontecimientos que se desarrollan en el presente). Además, y a pesar de estar rozando prácticamente la cuarentena, la hija de puta está bien, pero que bien rica, y no me avergüenza decir que hubo dos escenas (aparte de todas aquellas en las que sale en braguitas, liguero y demás conjuntitos de lencería),en concreto, una de ducha y una de cama, que me pusieron muy pero que muy cachondo a pesar de toda la sordidez que acompañaba a dichos momentos.
Acompañando al dúo protagonista tenemos a otra pedazo de actriz como la copa de un pino que espero que le den todas las oportunidades del mundo de aquí a ya mismo, me estoy refiriendo, como no, a Carrie Cook, a la que a partir de ahora apodaré desde el más sincero respeto como “Milady Drama”, pues entre el personaje de Margot de esta Perdida y el de Nora Durst que compuso en la maravillosa y rocambolesca serie de la HBO, The Leftovers, puedo asegurar sin problemas que es la actriz que más capaz es de inspirarme pena y lástima, en el mejor sentido que puede tener esta afirmación. A ella se une Tyler Perry, interpretando al abogado defensor de Nick ;Kim Dickens,que encarna a la policía encargada de llevar el caso de la desaparición, Neil Patrick Harris, más conocido cómo Barney Stinson de Cómo conocí a vuestra madre, que compone el personaje más inquietante del film con diferencia y la modelo Emily Ratajkoswki, que no logra destacar para nada entre los demás, a pesar de que se desnuda en un par de ocasiones, mostrándonos unas berzas enormes pero con los pezones más repugnantes que he visto en el cine desde los de Charlotte Gainsbourgh en Nymphomaniac (y eso que en el videoclip de Blurred Lines, en el que también se despelota, salía bien mona).
En cuánto al resto de aspectos poco que comentar. David Fincher no realiza un trabajo de Óscar pero sin duda sabe cómo retratar los paisajes más cotidianos de la forma más oscura y tétrica posible (de hecho, puedo asegurar que los planos más luminosos y “optimistas” que se verán en la película son el de una sala llena de focos y el de una piscina de día en un sucio motel de carrera), un trabajo que transmite sordidez y que casa perfectamente con una banda sonora igual de inquietante compuesta por el señor Trent Reznor, habitual de las producciones de Fincher, que ya había trabajado La Red Social y Los Hombres que no Amaban a las Mujeres.

Resumiendo en pocas palabras. Un guión de thriller cojonudo, cuidado cual niño mimado por la propia autora de la novela original, Gillian Flynn, con sus correspondientes giros y sopresas, acompañado de una dirección que captura todo el malrollismo de la historia de la mejor forma posible, un Ben Affleck competente y mazadísimo y una Rosamund Pike maravillosa, que se alza como reina de la fiesta, y que se muestra tan bella y excitante que sería capaz de devolverle la vida a un muerto. Evidentemente, la recomiendo. De las mejores películas de Fincher sin duda alguna.





Título: Black Dynamite
Título en Serbia: Crni dinamit
Director: Scott Sanders
Año: 2009
Intérpretes: Michael Jai White (Black Dynamite), Tommy Davidson (Cream Corn), Byron Minns (Bullhorn), Kevin Chapman (O’Leary), Arsenio Hall (Tasty Freeze)
Calificación (sobre 10): 6,5

Unos cuántos años atrás, dos directores, el grandísimo Quentin Tarantino y el caricato de Robert Rodríguez, se unieron para dar a luz a un proyecto conjunto al que apodaron Grindhouse, dos películas, Planet Terror y Death Proof., que por separado no tenían nada que ver pero que, conjuntamente, pretendían recuperar el espíritu de esas películas de serie B de los 70 que eran emitidas en pases dobles y sesiones continuas en los cines más sórdidos y subterráneos del mundo. Si bien la intención era buena, el resultado resultó ser cuestionable, ya que, más que dos largometrajes serios, obtuvimos dos comedias intencionadas, más centradas en hacer mofa (prácticamente se podría decir que eran spoofs) de todos los tópicos de estas películas Grindhouse, dándoles un aspecto tan recargado e impostado que creaba justo el efecto contrario, es decir, que se parecían más bien poco a esos largometrajes homenajeados, lo que, por supuesto, hizo que los más críticos les dieran la espalda al experimento y ambas cintas quedaran condenados a un semi-ostracismo. El caso es que esto provocó el nacimiento de un nuevo subgénero al que podríamos llamar “neo-Grindhouse paródico”, el cuál ha vivido una pequeña “fiebre” estos últimos años, producto de la cual surgieron títulos cómo Hobo With a Shotgun o Machete y su secuela, películas que si bien no son buenas, si resultan entretenidas y, sobre todo en su primer visionado, repletas de puntazos. El último ejemplo de este fenómeno es la película de la toca hablar ahora, Black Dynamite.
La cinta es una parodia totalmente intencionada de las películas Blaxploitation de los 70  protagonizada por un ex agente de la CIA, experto en kung-fu, reconvertido en chulo de putas que iniciará una cruzada contra la delincuencia y las drogas en su barrio cuándo su hermano es asesinado por “The Man”, una figura misteriosa involucrada en una conspiración a nivel nacional que nuestro héroe, Black Dynamite, deberá de impedir.
Bueno, la película sólo se puede definir cómo un festival. Un festival de sobreactuaciones, pero de ese tipo de sobreactuación que demuestra que un actor es lo suficientemente solvente cómo para que esta parezca impostada, en especial cuándo nos fijamos en las actuaciones de un Michael Jai White (Black Dynamite) mazado al extremo, un Byron Minns exageradísimo, y en el cameo de Arsenio Hall, con esos caretos y poses forzadísimas, y esos acentos tan exagerados que no causan otra cosa que risa.
Un festival también de tópicos del blaxploitation llevados al extremo. La película es una saturación de peinados afro, bigototes, vestimentas chillonas y horteras, y música afro que hace acto de presencia sin venir a cuenta.
Y más que cualquier otra cosa, un festival de absurdeces. El guión es una absoluta chorrada y los responsables (entre ellos el propio Michael Jai White, que participó en la creación del mismo), conscientes de lo coñero y absurdo del mismo, aprovechan para meter todas las tonterías que se les ocurren. Así, vemos cómo el apodo (me niego a creer que su auténtico nombre sea Black Dynamite) del protagonista es repetido hasta la saciedad por todos y cada uno de los personajes (hasta por su propia madre en su lecho de muerte), cómo este habla constantemente en tercera persona de sí mismo, incluido en los flashbacks (dicho de otra forma, sale en un flashback de pequeño refiriéndose a sí mismo como “el Black Dynamite con 18 años”), cómo cada vez que aparece en escena suena el tema principal de la película coreado, por no hablar de la aparición de personajes que hablan medio rimando cómo si fueran Warwick Davis en Leprechaun, el increíble (por lo absurdo) giro de guión con el que se resuelve la trama, la revelación del villano detrás de la trama, totalmente inesperada y que te hace desencajarte de la risa, ese anuncio publicitario con el que se abre la película, o, lo que es ya la repanocha, la inclusión en medio del metraje de lo que parece ser una toma falsa.
Eso sí, ole los cojones del director para, aún teniendo cuatro pavos de presupuesto cómo quién dice (a lo que yo llamo cuatro pavos otros lo llaman casi tres millones de dólares), rodar la película en 16 mm con el fin de intentar imitar la estética de esas sementeras películas blaxploitation, una labor loable, y más aún en una época cómo la actual, en la que se recurre al rodaje en formato digital cómo método de ahorro de costes, incluso por aquellos abanderados de este “neo-Grindhouse” que defienden su intención de homenajear a este subgénero.
En cualquier caso, Black Dynamite es básicamente la misma mierda que todos esos otros ejemplos comentados anteriormente, una película que si bien no es buena ni por asomo, resulta divertida y vale perfectamente para echarse unas risas, tanto por su carácter paródico cómo por el propio surrealismo y absurdez que desprende la cinta de por sí. Dicho de otra forma, entretenimiento puro y duro para ver y olvidar.



Y así, con el buen rollito que nos deja Black Dynamite, nos despedimos de todos con un temazo que sólo los auténticos negros de Harlem pueden disfrutar de verdad. ¡Hasta el mes que viene, damas y caballeros!



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