¡Bienvenidos de nuevo al peor
blog de la historia de Internet!
Octubre de un nuevo curso
escolar. El mes de Halloween y el mes que uno ya ha conseguido ponerse las
pilas para afrontar la rutina agotadora del día a día, pero aún así, queda
tiempo para ir alguna que otra vez al cine (y más aún con el regreso de la tan
cacareada por los medios “Fiesta del Cine”, ese recordatorio para el 80% de los
españoles de que aún siguen existiendo esos establecimientos) y para ponerse
alguna que otra cosilla en tu casa para pasar la noche. Y cómo no, a gallina
vieja buen caldo, y lo que funciona una vez, funcionará siempre. Dicho y hecho,
he aquí los primeros visionados mensuales de esta nueva temporada de A Serbian
Blog. Disfruten si pueden de la experiencia.
Título: Coherence
Director: James Ward Byrkit
Año: 2013
Intérpretes: Emily Baldoni (Em), Maury Sterling
(Kevin), Nicholas Brendon (Mike), Elizabeth Gracen (Beth), Alex Manugian
(Amir), Lauren Maher (Laurie), Hugo Armstrong (Hugh), Lorena Scafaria (Lee)
Calificación (sobre 10): 5
Fiesta del cine. Entradas a 2,90
€. Colazas en las taquillas de cualquier cine. Decido no pringar cómo en
anteriores ediciones y decido meterme a ver la película más serie B/
underground/ independiente que pueda encontrarme. Me encuentro con el cartel de
Coherence en los cines Yelmo Ideal.
Su carácter cómo película de género, independiente y en versión original me
hacen pensar que ni el tato va a entrar en la sala. Sus buenas críticas en el
festival de Sitges de 2013 me ayudan a terminar de decidirme y entro al cine…90
minutos después me he dado de bruces con la cruda realidad.
Un grupo de amigos se reúnen en
casa de uno de ellos para una cenita y una noche de charla amistosa y jolgorio.
Sin embargo, esa misma noche un cometa cruza el cielo terrestre, y extrañas
cosas comienzan a pasar que alterarán el clima de paz y armonía dentro de la
casa.
Una de esas películas de las que
si te cuentan aunque sea un mínimo spoiler te la joden por completo, lo malo es
que también es de esas películas que tendrían que verse con manual de
instrucciones para enterarse bien de todo lo que ocurre (desde luego
coherencia, en ciertos momentos, hay bien poca), especialmente cuando intentar
explicar los misteriosos acontecimientos que ocurren introduciendo conceptos de
física cuántica. Un comienzo interesante, un final adecuado, pero un absoluto
coñazo en su tramo intermedio, en el que incluso llegan a haber momentos en que
de verdad no sabes qué está ocurriendo.
Eso sí, ole los cojones del
director por intentar lograr hacer un producto de ciencia ficción teniendo a
mano poco más que una casa, un puñado de actorcillos desconocidos y una caja con objetos cotidianos en su
interior cómo ingredientes. Unas técnicas de dirección totalmente amateurs y la
práctica ausencia de banda sonora completan un cuadro que puede que haya
gustado a ciertas personas, pero a mí desde luego me parece totalmente fallido
y, sobre todo, aburrido. Y mira que el tema que trata es interesante, pero a
veces las cosas no salen cómo deberían. Y eso es todo lo que tengo que decir.
Título: Steins Gate (Shutainzu Geto)
Director (es): Hiroshi Hamasaki,
Takuya Sato
Año: 2011
Producido por: White Fox
Intérpretes (Voces): Mamoru
Miyano (Okabe Rintarou), Asami Imai (Makise Kurisu), Kana Hanazawa (Mayuri Mayushii),
Halko Momio (Feyris Nyannyan), Yu Kobayashi (Urushibara Ruka), Tomokazu Seki
(Itaru “Daru” Hashida), Yukari Tamura (Amane Suzuha), Saori Goto (Moeka Kiryu)
Calificación (sobre 10): 8
He aquí uno de esos animes
cortitos considerados por otakus acérrimos y aficionados ocasionales al género
como obra maestra instantánea y al que tarde o temprano me iba a tener que enfrentar,
y la verdad, es que no he quedado decepcionado con la experiencia.
Un opening con un diseño y un
tema musical con toques technos y futuristas nos da la bienvenida a una
historia de ciencia ficción en estado puro de la que muchos abanderados del
género deberían tomar nota. Un grupo de jóvenes “científicos” liderados por el
excéntrico Okabe Rintarou crean por error, al unir en un mismo aparato un
teléfono móvil y un microondas, una máquina del tiempo que les permite enviar
mensajes de texto al pasado, una transgresión de las leyes de la física que les
introducirá en contra de su voluntad en un mundo de misterio y conspiración que
los arrastrara hacia la oscuridad más profunda.
Es una pena no poder desarrollar
y profundizar en la trama en una reseña cómo estar sin tener que introducir
spoilers que destrocen el visionado de Steins Gate a cualquiera que aún no lo
haya disfrutado, pero desde luego, no se puede pasar por alto ciertos detalles
de la misma que son dignos de alabar, sobre todo los concernientes a la forma
que tiene de tratar con un tema tan caótico y complejo cómo son los viajes
temporales, mostrándonos los principios de los mismo desde un principio de
manera que, cuando estos adquieren verdadera importancia, hacia la mitad de la
serie, más o menos, ya los veamos cómo algo natural. De todos modos, a pesar de
que los viajes temporales y todos los conflictos que se derivan a raíz del
descubrimiento de la máquina del tiempo son lo que nos mantienen enganchados al
anime hasta la resolución final, este es en el fondo una obra que trata sobre
el viaje instrospectivo de autodescubrimiento que irá elaborando a lo largo de
la trama un hombre, Okabe Rintarou, protagonista indiscutible del anime y pilar
central sobre el que pivotan el resto de personajes. Al margen de una trama
compleja y que da el mismo peso al humor y al drama (sin llegar a ser
excesivamente melodramática, uno de los detalles que más admiro de esta, pues
es uno de los defectos de los que más peca el anime), Steins Gate cumple a
rajatabla uno de los requisitos indispensables para que un anime no sólo te
enganche sino asegure la simpatía del espectador: presentar un conjunto de
personajes que cubran todos y cada uno de los arquetipos propios del género.
Así tenemos al protagonista, heroico, honesto y un pelín excéntrico (Okabe
Rintarou); el personaje al que le cuesta confiar en los demás, pero que encarna
la voz de la razón (Makise Kurisu); el “nerd” de buen corazón (Daru); el
personaje “moe” entrañable (Mayuri); el personaje “moe” pícaro (Feyris Nyan);
el personaje asocial y misterioso (Moeka-san) y su contrapartida, el personaje
divertido y misterioso (Amane Suzuha), y cómo no, el personaje extravagante, es
decir, aquel qué se escapa a todos los convencionalismos (Urushibara Ruka). Si
acaso se le podría reprochar es la ausencia de una figura villanesca
destacable, hecho que, sin embargo, resulta idóneo para un anime cómo este en
el que el supuesto enemigo es una organización malvada de la cual nunca
llegamos a ver su “cabeza”, únicamente conocemos esbirros y, de hecho, cuando
creemos que finalmente la trama nos está presentando al villano principal (cosa
que ocurre repetidas veces a lo largo de la misma), nos encontramos con que no
es más que otro eslabón más de una cadena cuyo final no vislumbraremos. Por
otro lado, a pesar de que todos estos personajes responden a arquetipos,
conforme vaya avanzando la trama y los viajes temporales vayan adquiriendo
importancia iremos descubriendo el trasfondo detrás de cada uno de ellos y cómo
nada es lo que parece y la forma de ser de todos y cada uno de estos personajes
tiene una explicación, todo ello narrado a lo largo de 23 capítulos y una OVA
de obligado visionario, ya que actúa cómo epílogo cerrando los escasos cabos
sueltos que permanecen abiertos al finalizar los capítulos originales del
anime. La moraleja de la historia es clara: una verdadera demostración de amor
y amistad requiere sacrificios inevitables. Cómo detalle final, comentar dos
aspectos del guión que llamaron poderosamente mi atención. El primero, el uso
de la figura real del crononauta John Titor, individuo que pululaba por el
internet primigenio de finales del siglo XX que afirmaba ser un viajero en el
tiempo procedente del futuro y al cual se le atribuyen toda una serie de
profecías, el cual juego un peso fundamental en la trama, y el segundo, el cómo
el anime parece constantemente empeñado en introducir latiguillos, frases
lapidarias y demás parafernalia lo suficientemente “molona” y llamativa cómo
para que pasa a formar parte de la cultura popular de hoy día (por poner
algunos ejemplos, la frase El Psy Congroo que el personaje de Okabe repite
obsesivamente, el “Tuturuuu” de Mayushi, el “Nyan-Nyan” de Feyris, la risa
malvada y la pose molona de científico malvado o esos términos inventados para
nombrar los conceptos básicos de la trama, cómo el Reading Steiner o el Steins
Gate que da nombre al anime).
En resúmen, si hay una forma de
definir a Steins Gate es que se trata de
un anime sereno pero intenso. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que resulta ser
un producto sin estridencias, no excesivamente vibrante, ni dramático, ni
adrenalínico, porque que consigue calar hondo en el espectador gracias a un
maravilloso conjunto de personajes y una trama que aúna perfectamente la
ciencia ficción más compleja con una profundidad en las emociones y
sentimientos de los personajes muy cercana al espectador. Definitivamente, y
cómo dicen los angloparlantes, un “must-see” dentro del mundo del anime. Y eso puede asegurarlo hasta un neófito en este mundillo como yo.
Título: Perdida (Gone Girl)
Título en Serbia: Iscezla
Director: David Fincher
Año: 2014
Intérpretes: Rosamund Pike (Amy
Dunne), Ben Affleck (Nick Dunne), Tyler Perry (Tanner Bolt), Carrie Coon (Margo
Dunne), Neil Patrick Harris (Desi Collings), Kim Dickens (Detective Rhonda
Money), Emily Ratajkowski (Andie)
Calificación (sobre 10): 8
Tremenda. Tremenda lección nos da
David Fincher, aunque yo diría que aquí el mérito lo tiene realmente Gillian Flynn,
autora del guión y creadora a su vez de la novela a partir de la cual se ha
adaptado esta película, sobre cómo llevar un thriller de suspense durante dos
horas y media y mantenerte con los huevos por corbata hasta el final. El señor
Fincher ya había demostrado ser capaz de esto en el pasado cuando parió esa
obra maestra llamada Seven, película que, por supuesto, no tiene nada que ver
con esta, pero a la cual Perdida debe bastante, desde el mantenimiento del
ritmo y la tensión hasta el malrollismo constante que supura durante todo el
metraje.
Si en la primera teníamos a Brad
Pitt y a Morgan Freeman investigando unos asesinatos en serie relacionados con los
pecados capitales, aquí tenemos a un Ben Affleck que un buen día llega a casa
para encontrarse con una sorpresa inesperada, su querida mujer Amy ha
desaparecido. Pronto, todo el pueblo, suegros y hermana inclusive, se
involucran al cien por cien en la búsqueda de la desaparecida, y con el paso de
las horas, el asunto adquiere más y más relevancia en los medios de
comunicación. Sin embargo, cuando, según pasa el tiempo, Amy continúa en
paradero desconocido, la opinión pública comenzará a abandonar la idea de la
desaparición para acariciar una teoría más siniestra, el asesinato. Así, el
dedo acusador señalará inmediatamente al bueno de Nick, y las cosas, pronto se
volverán más y más oscuras conforme el misterio vaya desvelándose capa a capa.
La verdad es que no puedo decir
otra cosa salvo que Perdida ha sido toda una sorpresa para mí, pues es la
primera película en mucho tiempo que me deja totalmente descolocado a la hora
de elaborar una opinión sobre ella. No se que aspecto del guión destacar por
encima del resto, si esos personajes elaborados con más oscuridades que claros,
esa niebla perpetua de sospecha y desconfianza que rodea a todos y cada uno de
estos personajes, ese feroz ataque a los medios de comunicación y cómo estos
montan un espectáculo dantesco alrededor de las tragedias con el fin de
entretener a las masas o ese giro de guión hacia la mitad de la cinta que nos
deja ver la verdad por fin y que no resulta ser más que pura maldad y energía
negativa, toda una patada en el estómago del espectador.
Tampoco se decir si Ben Affleck
es un buen actor, uno malo o uno simplemente mediocre (seguiré mi primer
impulso y diré que le he visto bastante decente aquí), lo que sí puedo decir es
que se ha metido todos los anabolizantes del mundo, porque está de un mazado
que llega a asustar (normal, por otro lado, para una persona que se está
preparando para interpretar al Caballero Oscuro en Batman vs Superman, de
próximo estreno). Lo que también puedo asegurar es que Rosamund Pike se lleva
toda la gloria y las alabanzas por encima del resto de miembros del elenco
actoral, pues no sólo compone un personaje femenino que pasará a los anales de
la historia del cine, sino que es capaz de modular perfectamente sus gestos,
voz y forma de moverse a través de todos los registros que el guión exige,
logrando fascinar al espectador, atrapándolo cual araña en su tela en su juego
interpretativo (más aún cuando empezamos a saber más de allá tanto a través de
flashbacks como a través de los acontecimientos que se desarrollan en el
presente). Además, y a pesar de estar rozando prácticamente la cuarentena, la
hija de puta está bien, pero que bien rica, y no me avergüenza decir que hubo
dos escenas (aparte de todas aquellas en las que sale en braguitas, liguero y
demás conjuntitos de lencería),en concreto, una de ducha y una de cama, que me
pusieron muy pero que muy cachondo a pesar de toda la sordidez que acompañaba a
dichos momentos.
Acompañando al dúo protagonista
tenemos a otra pedazo de actriz como la copa de un pino que espero que le den
todas las oportunidades del mundo de aquí a ya mismo, me estoy refiriendo, como
no, a Carrie Cook, a la que a partir de ahora apodaré desde el más sincero
respeto como “Milady Drama”, pues entre el personaje de Margot de esta Perdida
y el de Nora Durst que compuso en la maravillosa y rocambolesca serie de la
HBO, The Leftovers, puedo asegurar sin problemas que es la actriz que más capaz
es de inspirarme pena y lástima, en el mejor sentido que puede tener esta
afirmación. A ella se une Tyler Perry, interpretando al abogado defensor de
Nick ;Kim Dickens,que encarna a la policía encargada de llevar el caso de la
desaparición, Neil Patrick Harris, más conocido cómo Barney Stinson de Cómo
conocí a vuestra madre, que compone el personaje más inquietante del film con
diferencia y la modelo Emily Ratajkoswki, que no logra destacar para nada entre
los demás, a pesar de que se desnuda en un par de ocasiones, mostrándonos unas
berzas enormes pero con los pezones más repugnantes que he visto en el cine
desde los de Charlotte Gainsbourgh en Nymphomaniac (y eso que en el videoclip
de Blurred Lines, en el que también se despelota, salía bien mona).
En cuánto al resto de aspectos
poco que comentar. David Fincher no realiza un trabajo de Óscar pero sin duda
sabe cómo retratar los paisajes más cotidianos de la forma más oscura y tétrica
posible (de hecho, puedo asegurar que los planos más luminosos y “optimistas”
que se verán en la película son el de una sala llena de focos y el de una
piscina de día en un sucio motel de carrera), un trabajo que transmite sordidez
y que casa perfectamente con una banda sonora igual de inquietante compuesta
por el señor Trent Reznor, habitual de las producciones de Fincher, que ya
había trabajado La Red Social y Los Hombres que no
Amaban a las Mujeres.
Resumiendo en pocas palabras. Un
guión de thriller cojonudo, cuidado cual niño mimado por la propia autora de la
novela original, Gillian Flynn, con sus correspondientes giros y sopresas,
acompañado de una dirección que captura todo el malrollismo de la historia de
la mejor forma posible, un Ben Affleck competente y mazadísimo y una Rosamund
Pike maravillosa, que se alza como reina de la fiesta, y que se muestra tan
bella y excitante que sería capaz de devolverle la vida a un muerto.
Evidentemente, la recomiendo. De las mejores películas de Fincher sin duda
alguna.
Título: Black Dynamite
Título en Serbia: Crni dinamit
Director: Scott Sanders
Año: 2009
Intérpretes: Michael Jai White (Black
Dynamite), Tommy Davidson (Cream Corn), Byron Minns (Bullhorn), Kevin Chapman
(O’Leary), Arsenio Hall (Tasty Freeze)
Calificación (sobre 10): 6,5
Unos cuántos años atrás, dos
directores, el grandísimo Quentin Tarantino y el caricato de Robert Rodríguez,
se unieron para dar a luz a un proyecto conjunto al que apodaron Grindhouse,
dos películas, Planet Terror y Death Proof., que por separado no tenían nada
que ver pero que, conjuntamente, pretendían recuperar el espíritu de esas
películas de serie B de los 70 que eran emitidas en pases dobles y sesiones
continuas en los cines más sórdidos y subterráneos del mundo. Si bien la
intención era buena, el resultado resultó ser cuestionable, ya que, más que dos
largometrajes serios, obtuvimos dos comedias intencionadas, más centradas en
hacer mofa (prácticamente se podría decir que eran spoofs) de todos los tópicos
de estas películas Grindhouse, dándoles un aspecto tan recargado e impostado
que creaba justo el efecto contrario, es decir, que se parecían más bien poco a
esos largometrajes homenajeados, lo que, por supuesto, hizo que los más
críticos les dieran la espalda al experimento y ambas cintas quedaran
condenados a un semi-ostracismo. El caso es que esto provocó el nacimiento de
un nuevo subgénero al que podríamos llamar “neo-Grindhouse paródico”, el cuál
ha vivido una pequeña “fiebre” estos últimos años, producto de la cual
surgieron títulos cómo Hobo With a Shotgun o Machete y su secuela, películas
que si bien no son buenas, si resultan entretenidas y, sobre todo en su primer
visionado, repletas de puntazos. El último ejemplo de este fenómeno es la
película de la toca hablar ahora, Black Dynamite.
La cinta es una parodia
totalmente intencionada de las películas Blaxploitation de los 70 protagonizada por un ex agente de la CIA,
experto en kung-fu, reconvertido en chulo de putas que iniciará una cruzada
contra la delincuencia y las drogas en su barrio cuándo su hermano es asesinado
por “The Man”, una figura misteriosa involucrada en una conspiración a nivel
nacional que nuestro héroe, Black Dynamite, deberá de impedir.
Bueno, la película sólo se puede
definir cómo un festival. Un festival de sobreactuaciones, pero de ese tipo de
sobreactuación que demuestra que un actor es lo suficientemente solvente cómo
para que esta parezca impostada, en especial cuándo nos fijamos en las
actuaciones de un Michael Jai White (Black Dynamite) mazado al extremo, un
Byron Minns exageradísimo, y en el cameo de Arsenio Hall, con esos caretos y
poses forzadísimas, y esos acentos tan exagerados que no causan otra cosa que
risa.
Un festival también de tópicos
del blaxploitation llevados al extremo. La película es una saturación de
peinados afro, bigototes, vestimentas chillonas y horteras, y música afro que
hace acto de presencia sin venir a cuenta.
Y más que cualquier otra cosa, un
festival de absurdeces. El guión es una absoluta chorrada y los responsables
(entre ellos el propio Michael Jai White, que participó en la creación del
mismo), conscientes de lo coñero y absurdo del mismo, aprovechan para meter
todas las tonterías que se les ocurren. Así, vemos cómo el apodo (me niego a
creer que su auténtico nombre sea Black Dynamite) del protagonista es repetido
hasta la saciedad por todos y cada uno de los personajes (hasta por su propia
madre en su lecho de muerte), cómo este habla constantemente en tercera persona
de sí mismo, incluido en los flashbacks (dicho de otra forma, sale en un
flashback de pequeño refiriéndose a sí mismo como “el Black Dynamite con 18
años”), cómo cada vez que aparece en escena suena el tema principal de la
película coreado, por no hablar de la aparición de personajes que hablan medio
rimando cómo si fueran Warwick Davis en Leprechaun, el increíble (por lo
absurdo) giro de guión con el que se resuelve la trama, la revelación del
villano detrás de la trama, totalmente inesperada y que te hace desencajarte de
la risa, ese anuncio publicitario con el que se abre la película, o, lo que es
ya la repanocha, la inclusión en medio del metraje de lo que parece ser una
toma falsa.
Eso sí, ole los cojones del
director para, aún teniendo cuatro pavos de presupuesto cómo quién dice (a lo
que yo llamo cuatro pavos otros lo llaman casi tres millones de dólares), rodar
la película en 16 mm con el fin de intentar imitar la estética de esas
sementeras películas blaxploitation, una labor loable, y más aún en una época
cómo la actual, en la que se recurre al rodaje en formato digital cómo método
de ahorro de costes, incluso por aquellos abanderados de este “neo-Grindhouse”
que defienden su intención de homenajear a este subgénero.
En cualquier caso, Black Dynamite
es básicamente la misma mierda que todos esos otros ejemplos comentados
anteriormente, una película que si bien no es buena ni por asomo, resulta
divertida y vale perfectamente para echarse unas risas, tanto por su carácter
paródico cómo por el propio surrealismo y absurdez que desprende la cinta de
por sí. Dicho de otra forma, entretenimiento puro y duro para ver y olvidar.
Y así, con el buen rollito que
nos deja Black Dynamite, nos despedimos de todos con un temazo que sólo los
auténticos negros de Harlem pueden disfrutar de verdad. ¡Hasta el mes que viene,
damas y caballeros!
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