miércoles, 21 de mayo de 2014

VISIONADOS DE ABRIL DE 2014: El mes de la lluvia y las cofradías

A marchar, hermanos costaleros:


Por todos los españoles es sabido que en Abril, aguas mil. Y por todos los españoles es sabido también que en Abril toca uno de los acontecimientos más conocidos en todo el mundo por cientos y cientos de alumnos extranjeros estudiantes de español, la Semana Santa. (personalmente he podido comprobar en varios intercambios en el extranjero que la Semana Santa y el botellón son dos de las costumbres españolas más conocidas por el público joven).
Ahora, cualquier persona con dedos de frente se preguntará en manos de quién recayó la responsabilidad de situar las fechas de las festividades religiosas. ¿Sería acaso un seminarista arrepentido? ¿Un ateo infiltrado? ¿Un papa trolero? Quién lo sabe. Pero la verdad es que hay que ser zopenco para situar una festividad cuyo principal componente es el sacar a paseo por las calles a los distintos ídolos cristianos en uno de los meses del año en el que estadísticamente cae más agüita del cielo.
Aunque claro, sin esta coincidencia de elementos no tendríamos algunos de los detalles más fascinantes de la Holy Week, cómo pueden ser las procesiones de músicos mercenarios que acaban cobrando un sueldo completo tocando la mitad porque la procesión de marras es interrumpida por el temporal (sin ningunear por ello a aquellos que no corren esta suerte y se tienen que chupar las cuatro horitas o más de "pasear al cristo" de turno) o el deleitarse con los llantos de los feligreses que no pueden disfrutar de ver a su vírgen/ cristo de paseo por las principales ciudades de España.
Y en todo este contexto os preguntaréis si he llevado a cabo un ciclo de cine religioso en esta Semana Santa.
Pues la verdad, por razones que no vienen al caso,  este ha sido un mes bastante escasito en visionados, y de estos, el único que tiene que ver algo con la religión la retrata en su faceta más nefasta.
Así que, para ir acortando, sin más dilación, he aquí los santos visionados de este mes de Abril.



Título: Teniente Corrupto (Bad Lieutenant: Port of Call New Orleans)
Título en Latinoamérica: Un maldito policía en Nueva Orleáns/ Policía corrupto/ Enemigo Interno
Título en Serbia: Zly porucnik. Miejsce akcji: Nowy Orlean
Director: Werner Herzog
Año: 2009
Interpretaciones: Nicolas Cage (Ltd. Terence McDonagh), Eva Mendes (Frankie Donnenfeld), Tom Bower (Pat McDonagh), Val KIlmer (Stevie Pruit), Brad Dourif ( Ned Schoenholtz), Xzibit (Big Fate)
Calificación (sobre 10): 6

Esta sucia película es el producto de dos coincidencias tan imprevistas como la alineación de los nueve planetas (Plutón es un planeta aunque la NASA quiera opinar otra cosa) del Sistema Solar.
Por un lado tenemos a Nicolas Cage. Actor que en un principio tuvo su prestigio como actor solvente, gracias a películas como Living Las Vegas, Con-Air, Asesinato en 8 mm o, más recientemente, El Señor de la Guerra o La Búsqueda, ha quedado relegado hoy en día, gracias en su mayor parte a sus de sobra conocidos problemas legales con Hacienda, a un mero caricato que ha quitado el filtro de su carrera, firmando para cualquier papel que se le ofrezca a día de hoy, siendo el más claro ejemplo de esta época de decadencia The Wicker Man, película en la que la interpretación de Cage trasciende la humanidad para convertirse directamente en un MeMe de Internet viviente.
Por otro tenemcos a Werner Herzog, director de culto y creador de cosas inclasificables como Fata Morgana, También los enanosempezaron pequeños (reseñada en este blog anteriormente) o, para mi gusto, Aguirre, la Cólera de Dios, además de multitud de documentales, de los cuales, el más conocido será probablemente Grizzly Man (aquel docu sobre un chavalín que se fue a vivir a la montaña con los osos salvajes, los cuales acabaron comiéndoselo).
Tenemos un actor que actualmente es de lo peorcito que te puedes encontrar en Hollywood y un director que, personalmente, encuentro intragable. Y sin embargo, la casualidad ha hecho que ambos abandonen por una vez su remarcado status quo para parir una película bastante aceptable, el remake de Teniente Corrupto.

La película cuenta la historia de Terence, un policía de Nueva Orleáns que, por intentar sacar a un preso de su celda durante una inundación de la cárcel de la ciudad durante el huracán Katrina, se jode la espalda. El uso de continuos medicamentos acaba derivando en una adicción a las drogas con la que nuestro protagonista tendrá que lidiar, junto a un caso de asesinato múltiple y ciertos problemas sufridos por su novia Frankie, una prostituta.
Sorprendentemente, lo primero que a uno le llama la atención de Teniente Corrupto es el cómo le viene cómo anillo al dedo este papel a Nicolas Cage, pues es un personaje que le permite demostrar su capacidad de sobreactuación sin que esta desentone con el tono de la película, pues esta, lo que nos quiere mostrar básicamente, es a un personaje degenerado haciendo extravagancias (que, no nos neguemos, es el único papel que es capaz de interpretar a día de hoy el señor Cage). Así, podemos ver al bueno de Nicolas esnifando coca, fumando crack, chantajeando a jovencitas y follándoselas, haciéndose el negrata, amenazando a viejas a punta de pistola y disfrutando de los agradables efectos psicodélicos de las drogas en las ya famosas escenas de las iguanas y del “alma danzante”. Por todo esto, y únicamente en este contexto, hay que darle un 10 a la interpretación de Cage. Histriónica, psicodélica y fantasmagórica.
Y casi podríamos que es el único actor de la película, pues el resto de participantes en la misma aportan más bien poco y, la verdad, tampoco tienen la oportunidad de demostrar su potencial. Tenemos a Eva Mendes haciendo de chica florero (y gracias, porque la pobrecilla no sirve para mucho más), al rapero Xzibit haciendo de mafiosillo y cameos de Brad Dourif (“the voice of Chucky”) y un irreconocible Val Kilmer. Por tanto, aquel al que le parezca insoportable la presencia de Cage encontrará que la película puede llegar a saturarles, pues este señor ocupa prácticamente todos los fotogramas de la película.
Y poco más se puede reseñar de la misma, salvo el destacar que es un trabajo bastante mainstream para lo que nos tiene acostumbrados Herzog (aunque alguna que otra rayada metafísica nos consigue colar) y que la trama tampoco es nada del otro mundo
En resúmen, una peli del género Nicholas Cage (porque sus películas ya son un género en si mismas) con un susodicho pasadísimo de vueltas, pero que sin embargo no desentona con el tono general de una trama en la que el sexo, las drogas y la degeneración campan a sus anchas. Más que visible. Recomendable.





Título: Los Héroes del Tiempo (Time Bandits)
Título en Serbia: Vremenski banditi
Director: Terry Gilliam
Año: 1981
Intérpretes: Craig Warnock (Kevin), David Rappaport (Randall), Sean Connery (Agamenón), John Cleese (Robin Hood), Ian Holm (Napoleón), Michael Palin (Vincent), Shelley Duvall (Pansy)
Calificación (sobre 10): 4

Kevin es un niño con una imaginación prodigiosa. Una noche, un grupete de enanos salen de su armario y se lo llevan en un viaje temporal (que pueden llevar a cabo debido a que poseen un mapa con la localización de agujeros espacio-temporales a lo largo del universo) a través de las guerras Napoleónicas, la Inglaterra medieval, la Antigua Grecia e incluso otros universos, saqueando riquezas aquí y allá  mientras huyen del Ser Supremo, entidad a la que han robado el “mapa del tiempo”.

Con esa clase de argumento, uno podría esperar algo como mínimo divertido (joder, si es que hay enanos de por medio)…pero la cosa es todo lo contrario. La película es un coñazo que te cagas, algo más parecido a una película de sketches de los Monty Python como El Sentido de la Vida (pero sin puta gracia) que a una cinta con un principio, un nudo y un desenlace organizados. Los enanos no adquieren el protagonismo suficiente ni son capaces de llamar la atención del espectador lo suficiente en sus papeles, el niño protagonista es horroroso, el ritmo de la película es, para mi gusto, nefasto (cada vez que llegan a una localización distinta la acción se estanca durante minutos y minutos) y ni siquiera los cameos de Sean Connery, Ian Holm, de ese monstruo de mujer llamado séller Duvall y los ex Monty-Python Michael Palin y John Cleese consiguen salvar la cinta.
Pero por lo menos sirve para demostrar que Terry Gilliam es un excéntrico y una persona que vive más fuera de este planeta que con los pies en la Tierra pero que, a pesar de ser un director que a mí personalmente me llama , en casi todos sus trabajos, tanto la atención como una mancha de moho en la pared de un baño público, es un hombre que, si o sí, rodará siempre lo que el quiera, con dos cojones, y además logrando recrear un diseño de producción envidiable por muchos.
Vamos, que está muy bien hecha en lo que a decorados, escenografía y tal, pero en lo que respeta al resto de componentes de la peli, esta resulta aburrida y se atraganta en la garganta como un mal aperitivo. Malilla solamente.




Título: The Following (Season 2)
Emitido por: FOX (2014)
Intérpretes: Kevin Bacon (Ryan Hardy), James Purefoy (Joe Carroll), Valorie Curry (Emma Hill), Shawn Ashmore (Mike Weston), Connie Nielsen (Lily Gray), Jessica Stroup (Max Hardy), Sam Underwood (Luke/Mark), Tiffany Boone (Mandy)
Calificación (sobre 10): 7

Un año después de los fatídicos hechos del final de la primera temporada, Ryan Hardy y Mike Weston asumen sus pérdidas cada uno a su manera mientras el mundo respira tranquilo tras un año sin el temor de los asesinatos en serie. Sin embargo, cuando en el aniversario de la muerte de Joe Carroll una serie de asesinatos llevan al FBI a creer que una nueva secta está surgiendo en la oscuridad, un Ryan más sediento de venganza que nunca y un Weston consumido por la dura realidad de los acontecimientos vividos deberán ponerse de nuevo a la cabeza de la investigación. Y además, lejos de la ciudad y la muchedumbre, una figura resurge también, un Joe Carroll vivito, coleando y con un plan en la mente. Un plan épico.

The Following es una de esas típicas series que se sustenta por tres elementos básicos: el uso de un concepto interesante (el psychokiller que es a la vez líder de secta) y la capacidad de los guionistas de manejarlo en un equilibrio constante entre el suspense y la violencia, el carisma de los dos actores protagonistas y los constantes giros de la trama que consiguen mantener enganchado al espectador hasta el final de temporada.
Sin embargo, la primera temporada tuvo sus fallos, como casi cualquier serie televisiva, entre los cuales podríamos destacar sobre todo el mal uso de ciertas tramas (por ejemplo, aquella en la que se nos mostraba como los seguidores de Joe Carroll intentaban adoctrinar a Joel, su hijo, para volverlo un asesino, trama que se abrió para abandonarse poco tiempo después), pero sobre todo, la principal cagada de la serie era un final de temporada flojísimo, tan mal confeccionado que parecía más improvisado que otra cosa. Pero aún así, tenía méritos de sobra para ganarse una renovación para una segunda temporada. Y aquí estamos.

Para evitar introducir spoilers, pues como he mencionado antes, los giros de guión son uno de los mayores motivos para visionar la serie, voy simplemente a comentar las mejoras respecto a la primera temporada, las novedades y, por supuesto, los fallos.
Empecemos por el tema interpretaciones. Kevin Bacon repite el papel del agente del FBI Ryan Hardy, pero con una serie de variaciones en su personaje que lo mejoran sustancialmente. En esta ocasión, Hardy, tras la muerte de su amada Claire al final de la temporada anterior, se ha vuelto un indivuo desquiciado, obsesionado con la venganza y con cazar a los seguidores de Joe Carroll que quedan con vida, amen de con la idea de que el propio psychokiller siga con vida y escondido (cosa que confirmaremos como cierta durante el primer episodio de esta segunda temporada). En pocas palabras, alguien más cercano a la imagen de justiciero capaz de torturar y matar a sangre fría a sus enemigos (algo similar al personaje de Punisher de los cómics Marvel), que a la del agente de la ley íntegro que conocimos en la primera temporada.  Evidentemente, sufrirá una evolución bastante mejor construida que la que sufrió durante la primera temporada y que, básicamente, consistirá en un progresivo alejamiento de este comportamiento, equiparable al de su antítesis, Joe Carroll, para lo cual, se ayudará de la presencia de su sobrina Max y de la aparición de un nuevo interés amoroso que sustituirá a la desaparecida Claire. Todo esto ayuda a que Kevin Bacon sea bastante más creíble que en la temporada anterior, quizá porque le pega más un rol de cabronazo o como mínimo de pícaro, de antihéroe, que de héroe o de galán. Una actuación aceptable sin más.
Cosa que no se puede decir de su némesis. Y es que, corregidme si creéis que me equivoco, pero estamos posiblemente ante lo mejor que ha hecho James Purefoy en su puta carrera. Porque sí, Purefoy siempre ha sido un actor solvente (Solomon Kane, Templario o la serie de la HBO Roma son algunos ejemplos que lo demuestran), pero yo nunca lo había visto meterse tanto en un papel como en esta puta serie. Es que ya sólo con ver la escena en la que le vemos volviendo  a acuchillar a alguien (allá por el segundo capítulo), y se le puede ver en la cara, en los gestos, cómo está encarnando a alguien que no es un puto loco, que es alguien que mata por necesidad, por gusto, porque es un puto yanqui de la sangre y la muerte, se ve dónde está la calidad de un buen actor (y eso sin contar los momentos de monólogo/speech que tiene el personaje a lo largo de la temporada y que son, básicamente, gritos de Purefoy a los cuatro vientos pidiendo un Emmy). Sin duda, es una de las piedras angulares de la serie y sin la cual esta no sería posible. Era y sigue siendo lo mejor de la misma.
Y finalmente, sin desprestigiar por ello el trabajo del resto de actores (que salvo que algún que otro sectario con participación mínima y nefasta, cumplen con su papel sin más), hay que alabar el trabajo de Shawn Ashmore y de Sam Underwood. Y no es que otros actores principales como Valorie Curry o Connie Nielsen lo hagan mal (como he dicho, cumplen y ya está), pero es que estos dos actores, cada uno a su manera, llevan su interpretación a cotas superiores al resto.
Por un lado Shawn Ashmore se merece el respeto del espectador por las circunstancias que rodean a su personaje. Weston es, sin duda, el personaje que más evoluciona desde la primera temporada, ha pasado, tras sufrir la muerte de amigos y la crudeza del lado más oscuro del ser humano, de ser el novato, el rookie del grupo, a ser una persona más pesimista y desengañada, una especie de Ryan Hardy II. De esta manera, si en la primera temporada se le veía más entusiasta, más optimista, e incluso llega a hacer algún que otro chiste, en esta temporada el personaje para llevar un aura negra a cuestas (y desde luego, es uno de los personajes que más palos se va a llevar a lo largo de la temporada), y Ashmore clava esta transformación, manteniendo un gesto serio imperturbable por otra cosa que no sea la rabia o el llanto durante la temporada entera, algo que, aunque parezca mentira, cuesta hacer bien.
Por el otro, tenemos a la revelación de esta segunda temporada, Sam Underwood, quién interpreta no a uno, sino a dos asesinos gemelos pertenecientes a esa “nueva secta” que surge al comienzo de la temporada de manera algo histriónica pero que resulta muy convincente, principalmente porque se tratan de personajes que abandonan el papel de asesino por convicción propio de los sectarios para abrazar un modus operando más cercano al del psicópata de thriller clásico. Un Norman Bates al uso para que nos entendemos, lo que, desde luego, es algo que siempre resulta atractivo de ver, ya sea en la grande, o en la pequeña pantalla.
En cuanto a los detalles más técnicos, podemos que decir que si bien la trama se desarrolla mejor que en la primera temporada (y tiene más momentos de sorpresa al espectador que esta) no termina igualmente de rematar la historia con un final adecuado, ya que este, sin ser un mal final, parece más un final de serie que de temporada, amen de dejar detrás un cliffhanger con el que mantener a los espectadores intrigados flojísimo. En el tema dirección no hay prácticamente nada destacable, pues es una dirección cortada a patrón para la televisión sin ninguna extravagancia ni ningún experimento con la cámara (que esto no es la HBO), y por supuesto, con poco o nada que ver con una dirección cinematográfica.
En resúmen, que lo que tenemos aquí es una segunda temporada que, si bien mantiene los conceptos que mostró al público en la primera temporada (violencia, giros sorprendentes de la trama,etc) mejora alguno de sus fallos, especialmente en lo referente al desarrollo de las tramas, y nos muestra una mejora también en la calidad de las interpretaciones, destacando los papeles de Shawn Ashmore, Sam Underwood, Kevin Bacon, por supuesto, y sobre todo James Purefoy, que se corona como rey indiscutible de la serie, la piedra angular sobra la que se asienta. Y sin embargo, el peso de alguna que otra interpretación nefasta por parte de secundarios y, sobre todo, un final, de nuevo, mal confeccionado y que deja un cliffhanger que para nada engancha al espectador, impide que The Following, una vez más, se meta en la liga de campeones de las series de TV (territorio prácticamente monopolizado por la HBO a día de hoy), quedándose como una de esas series pequeñitas, con poca repercusión, pero que mola visionar año tras año tan sólo para ver con que nos pueden sorprender sus autores.



Y con esto y un par de benditos rezos al Cristo correspondiente, nos despedimos hasta el mes que viene, con otro tema musical perteneciente a esta nuestra España más tradicional, el pasodoble taurino Nerva. Buenas tardes y que Dios les guarde en sus hogares.





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