domingo, 30 de marzo de 2014

CAPITÁN AMÉRICA: EL SOLDADO DE INVIERNO de Ed Brubaker y Steve Epting



NOTA: HABRÁ SPOILERS MÍNIMOS REFERENTES A LA OBRA COMENTADA....PERO LOS HABRÁ

Llevo leyendo cómics Marvel desde los 8 años, y en mis manos ha caído, durante todo ese tiempo, de todo, desde las grandes sagas épicas hasta los one-shots más memorables, de las principales colecciones de la editorial hasta las miniseries menos recordadas, de las obras maestras a los tebeos más infames. He leído muchísimo Marvel desde siempre y me conozco sus personajes como la palma de mi mano. Pero de entre toda la horda de personajes marvelitas, ha habido siempre dos que siempre dejaba de lado de las estanterías de las tiendas de cómics. Y estos eran Thor y el Capitán América, el primero quizá porque de pequeño no me terminaba de cuadrar el que un Dios Escandinavo tuviera cabida en un mundo de superhéroes, y el segundo porque, ya desde bien joven, me echaba para atrás, tanto por su evidente poder propagandístico de todo lo que representa América (nunca me ha gustado el que usen la ficción como excusa para venderme algo) como porque lo poco que había leído de él lo aborrecía con ganas (la etapa noventera de Marvel es lo que tiene). El caso es que, fuera de las páginas de Los Vengadores, mi contacto con el Centinela de la Libertad era más bien mínimo, y no ha sido hasta los últimos 6-7 años que he sufrido un dulce reencuentro con el personaje al que, aún sin ser uno de mis héroes favoritos dentro del Universo Marvel, he sabido reconocerle al final el respeto que se merece. Y el culpable de este reencuentro fue, como no, Ed Brubaker.

El primer contacto que tuve con el Capitán América de Ed Brubaker ocurrió tras el dramático final de Civil War (serie en la que ya se había plantado la semilla del interés por el Capi en mi conciencia) que todos conocemos. Semejante mazazo para los fans marvelitas de turno me atrajo sobremanera, y fue entonces cuando adquirí el Captain América nº 25, aquella grapa en la que se nos narraba el destino final de Steve Rogers tras el fin de la Guerra Civil Superheroica. En apenas 40 páginas, los guiones de Brubaker y los lápices de Steve Epting, dejaban una huella en mi corazoncito friki que duraría hasta el día de hoy. Sin embargo, en esas 40 páginas había una serie de elementos que me descolocaban, fruto de mi distanciamiento del personaje durante tantos años. Si bien ya conocía al Halcón, a Sharon Carter y a Nick Furia, de repente aparecían ante mí personajes con los que tenía poca o ninguna relación, como Calavaera, el general Aleksander Lukin, Pecado (la hija de Cráneo Rojo)....y el Soldado de Invierno. Una sóla grapa me había dejado loco, y 24 números no eran tantos, así que era mi deber empezar a leer la etapa de Ed Brubaker en la colección desde el primer número. Así, antes de Civil War, Brubaker ya se había currado unos cuantos arcos argumentales que le habían consolidado como uno de los mejores guionistas de cómics del momento, pero, por encima de todos destacaban dos arcos argumentales, narrados a lo largo de 14 números, que sentaron los pilares de lo que se seguiría haciendo en la colección durante años. Me estoy refiriendo a las dos primeras sagas de la etapa de Brubaker, Otro Tiempo y El Soldado de Invierno.
Así que, aprovechando que Panini ha reeditado en formato integral esta pequeña obra maestra y que esta semana se estrena la secuela de Capitán América en cines, que pretende adaptarla a la gran pantalla, he aquí el análisis más o menos profesional de El Soldado de Invierno:Edición Integral.

Pongámonos en situación. La acción se sitúa justo después del final de Vengadores: Desunidos. El Capi está derrotado, su moral por los suelos, tras la separaci
ón de los Vengadores y las muertes de algunos de sus mejores compañeros al final de dicha saga. Nick Furia y Sharon Carter están, a su vez, muy preocupados, pues el comportamiento de Steve es cada vez más errático y violento, lo que podría llegar a provocar que SHIELD tuviera que tomar cartas en el asunto y pararle los pies al Capitán América. Por si fuera poco, en las sombras comienza a urdirse una trama que tiene como protagonistas a Cráneo Rojo, al Cubo Cósmico y a un arma-humana secreta Soviética de los tiempos de la Guerra Fría conocida como el Soldado de Invierno.

Vamos a analizar esta obra con detenimiento, repasando punto por punto todos los elementos que la conforman e intentando minimizar el número de spoilers en el proceso. Y como no podía ser de otra manera, hay que comenzar hablando del trabajo de Brubaker.
Si hay algo que caracteriza hoy en día a los arcos argumentales de cualquier personaje marvelita es la prisa por narrar una historia. Al ser de unos seis números la extensión más aceptada a día de hoy de un arco argumental de un tebeo Marvel, muchas veces queda la sensación de que la historia se ha quedado coja, de que elementos en los que se podría haber profundizado más no han tenido esa fortuna por falta de espacio y tiempo y de que las prisas juegan en contra de la calidad de dibujo y guiones de los autores responsables de dichas historias. Sin embargo, unos pocos autores de talento tienen la capacidad de manejar estas imposiciones de manera magistral y conseguir contarnos una gran historia, larga y profunda, repartiendo a modo de capítulos, como si de una novela se tratara, en tandas de seis números, o en otras palabras, construir a partir de dichos arcos argumentales de seis páginas una historia mayor y más épica. Me estoy refiriendo a gente como Rick Remender, que durante 35 números (Cinco arcos argumentales) nos estuvo contando en Imposibles X-Force, la que es posiblemente la saga de X-Men más apreciada por la crítica y el público de los últimos años. Y me estoy refiriendo a Ed Brubaker, que si bien ya con estos 14 números ya sentó las bases de lo que serie su trabajo en la colección, continuó narrando, enlazando un arco argumental tras otro, durante 50 números, una de las historias y etapas más fructíferas, ya no sólo de la historia de la serie, sino de toda la editorial marvelita.
Brubaker sabe lo que se hace, y se toma las cosas con calma, desenvolviendo poco a poco, capa a capa, los entresijos de esa gran trama. Y sin embargo, el bueno de Eduardo aprovecha para jugar con nosotros utilizando los golpes de efecto para distraernos de las pistas que va dejando aquí y allá sobre la identidad del Soldado de Invierno (cosa que ocurre en el sexto número), y me estoy refiriendo con esto a  (SPOILERS) la muerte de Cráneo Rojo al final del primer número y la de Nómada al final del tercero (FIN DE SPOILERS). Otro aspecto que mucha gente no comenta y que a mí me parece genial es el tratamiento del villano en la obra. No me estoy refiriendo al Soldado de Invierno, sino a la mente maestra detrás de este, el que va moviendo los hilos de los acontecimientos. Brubaker nos va destapando poco a poco las acciones del villano haciéndonos intuir que detrás de todo existe un gran plan apoteósico, y sin embargo, cuando la verdadera naturaleza de estas acciones se revela todo queda como un poco flojo, demasiado "poco villanesco", cuando es todo lo contrario. En un alarde de genialidad por parte de Brubaker se nos plantea con esta resolución una cuestión ¿Es necesario utilizar un arma poderosísima para conquistar el mundo? ¿Acaso si tuviéramos un cubo cósmico en nuestras manos no lo utilizaríamos para nuestros propios fines, egoístas y vulgares, antes que para grandilocuentes planes de conquista mundial? Algo totalmente impropio de los esquemas típicos del villano comiquero y que, sin embargo, con la mano apropiada urdiendo la historia, resulta ser algo maravilloso y refrescante.
Pero este no es el único logro de Brubaker a lo largo de la saga. Otro grandísimo punto a favor de la obra es que, durante los seis primeros números, la acción transcurre durante más tiempo en flashbacks que en tiempo real. Así, mientras en el presente el Capi y sus compañeros lidian con una amenaza terrorista en territorio americano, vemos el pasado de Steve Rogers en la segunda Guerra Mundial, le vemos luchando junto a los Invasores, espalda con espalda con Namor, la Antorcha Humana y Bucky; vemos a esos villanos característicos de los cómics propagandísticos de los años 40, el Cráneo Rojo, el Barón Zemo, el Hombre Maestro, etc ; vemos sus heroicidades y sus pérdidas, su visión de la guerra y no sólo eso, sino también el punto de vista del conflicto desde el bando soviético (Brubaker dedica un número exclusivamente a esto) y cómo esta forma de entender la guerra ha cambiado completamente desde los tiempos en los que el Capitán combatía en primera fila.
Pasados estos seis primeros números y resueltos ciertos enigmas, como la identidad del Soldado de Invierno o la revelación de los primeros esbozos del plan maestro del villano, ya sólo queda espacio para la acción y la resolución del conflicto. Pero Brubaker tiene tiempo para salir momentáneamente de la trama y currarse dos números que, por separado, constituyen un ejemplo a seguir sobre cómo desarrollar completamente un personaje durante un único número.
El primero es el Captain America nº 7, el especial dedicado a Nómada, en el que se nos muestra con toda la crudeza la completa y absoluta decadencia de un héroe olvidado por todo el mundo y condenado a morir por la misma razón que le dió sus superpoderes. Cuarenta páginas opresivas, angustiosas y que desembocan con un final amargo de esos que te dejan un sabor a hierro oxidado en la garganta, uno de esos finales que te descuelgan la mandíbula y te joden la puta mente cuando lo lees. Un one-shot asombroso que perfectamente se puede leer sin necesidad de haber consumido el resto de la saga antes.
El segundo es el Captain America nº 11, que no sólo supone un ejemplo sobre como desarrollar la historia de un personaje, sino de cómo narrarla. Y es que en todo el número no hay prácticamente un puto diálogo, toda la narración se basa en informes, cartas, actas de guerra y demás documentos en los que se nos cuenta el orígen y pasado del Soldado de Invierno. Hacer un número sin casi diálogos es complicado...hacerlo y que sea uno de los mejores de la saga está sólo al alcance de los guionistas más dotados. ¿Hace falta decir más?

Pero toda esta magnífica trama no sería lo mismo si no viniera acompañado por su partenair correspondiente, es decir, por los lápices de Steve Epting. Con este dibujante ocurre algo peculiar, que es que no parece ceñirse a un único tipo de estilo de dibujo. En las viñetas de primeros planos y en las más cercanas a los personajes, el estilo se acerca al de dibujantes realistas y oscuros como el de Mike Deodato Jr. , mientras que en los planos más generales y en las viñetas más físicas, más centradas en la acción, recuerda al estilo de dibujantes más "espectaculares", más dados a la pirotecnia, como Steve McNiven. Este baile de estilos resulta prácticamente inapreciable a no ser que uno se fije atentamente en cada viñeta, por lo que el resultado final es muy uniforme, dando la sensación de que utiliza un único estilo de dibujo. Otra estrategia utilizada por el dibujante es diferenciar el estilo de dibujo entre las escenas que transcurren en tiempo presente, en las que digamos que se cuidan más los detalles, los contrastes, etc, y las escenas de flashbacks, en las que el dibujo es más tosco, más basto, cómo si Epting quisiera intentar transmitirnos visualmente la sensación de antigüedad, de tiempo pasado.
El color que acompaña a los lápices se basa en una paleta en la que predominan los tonos oscuros y grises en prácticamente todos los elementos salvo, evidentemente, el traje del Capitán América, para el cual utilizan unos colores azul, blanco y rojo deslumbrantes, cómo si quisieran iluminar la figura del héroe con ese coloreado, hacerlo destacar entre los demás elementos dibujados. Igualmente que hacía Epting con los lápices, el coloreado varia entre las escenas en tiempo present
es y los flashbacks, en las primeras se utilizan las técnicas de coloreado que ya se han comentado, mientras que en los flashbacks se pasa directamente a una coloración en blanco y negro, una vez más, para resaltar la sensación de antigüedad.

En resúmen, tenemos una obra en la que la historia predomina sobre el dibujo, aunque este no le va a la zaga en cuanto a calidad. Un cómic en el que Ed Brubaker construye una trama en la que el espionaje predomina sobre la acción, y que por tanto, avanza lentamente, pasito a pasito, desvelándose poco a poco al lector hasta concluir con un final a lo grande, como debe ser. Además, esta saga de 14 números supone la presentación por todo lo alto de un personaje que jugaría una importancia vital durante años en el Universo Marvel como es el Soldado de Invierno, al igual que sienta las bases de lo que Brubaker desarrollaría en su fructífera etapa en la colección durante 50 números. Es por ello que Capitán América: El Soldado de Invierno más que un gran cómic, que lo es, constituye una invitación formal y seria para redescubrir al Capitán América en todas sus facetas, pasadas y presentes, como héroe y como ser humano. Es una oportunidad de oro para volver a encariñarse con el personaje. Es ni más ni menos que el comienzo de una etapa en la que un hombre llamado Ed Brubaker vivió durante años por y para el personaje. ¿A qué estáis esperando para descubrirla?







Título: Capitán América: El Soldado de Invierno (Edición Integral)
Autores: Ed Brubaker y Steve Epting
Originalmente: Captain America: Out Of Time , Captain America: The Winter Soldier, The Lonely Death Of Jack Monroe y Captain America: House Of M (Captain America vol.5 1-14)
Publicado en España por: Panini Cómics
Calificación (sobre 10): 8

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